Febrero es un mes de tránsito, se acabó la Navidad y todavía no ha llegado el buen tiempo. Ya no tenemos excusa para los excesos y seguimos con los coletazos de fin de año y la cuesta de enero que nos dejaron bajo mínimos.
Febrero es para pasarlo de puntillas, deseando que empiece el buen tiempo y que aparezcan las primeras flores. Este año además, queremos que lleguen más vacunas, que bajen los contagios y que podamos volver a eso que ahora llamamos la vieja normalidad.
Poco podemos hacer respecto a aspectos ajenos a nuestras decisiones pero mucho en cuanto a como nos tomamos todo esto que está sucediendo.
El mal rollo, el espíritu negativo y las pocas ganas se contagian todavía más rápido que el COVID.
Sugiero que paremos y echemos un vistazo alrededor. Disfrutemos de LO que tenemos y de LOS que tenemos, callemos lo que no aporta y compartamos lo que sí.
Los psicólogos que le ponemos nombre a casi todo hablamos de profecía autocumplida.
Brindemos por un febrero estupendo, creamos en ello y si insistimos en ese pensamiento, probablemente consigamos que así sea.
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